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martes, 28 de mayo de 2013

LA ALABANZA ES GUERRA

 



En la guerra del golfo Pérsico, el mundo conoció armas poderosas diseñadas por los hombres para la destrucción de sus enemigos. 

Casi parecían películas de ciencia ficción los videos tomados con cámaras pequeñas que iban incrustadas en las puntas  de los misiles, retransmitiendo la señal a la base y permitiéndonos ver lo increíblemente  que ha avanzado la ciencia moderna. Con asombro vio el mundo entero, muchos por primera vez, el ahora famoso misil PATRIOT  que podía detectar la llegada de otro misil y antes de que éste diera con su destino, el PATRIOT lo interceptaba con 85% de eficacia. 

La guerra que existe en el ámbito espiritual también tiene sus armas ultramodernas y poderosas. Pablo dice: “...porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10.4). Nuestra guerra no es carnal, así que nuestras armas tampoco lo son. 

Las personas que propongan equivocadamente acerca de la teología de la liberación, lo hacen sin verdaderas bases bíblicas, ya que la Biblia nos habla claramente acerca de que nuestra guerra es en contra de principados y potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6.12,13).

¿Para qué queremos usar armas como ametralladoras, cañones y rifles teniendo nosotros bombas atómicas espirituales como lo son: alabanza, adoración, ayuno e intercesión utilizados en conjunto con la Palabra de Dios, la sangre del Cordero y en el nombre de Jesús? Terry Law, en su libro The Power of Praise and Worship [El poder de la alabanza y la adoración] , da una explicación excelente acerca de estas armas.
El dice que como en todos lo misiles y cohetes, la fuerza y el alcance del poder de ese misil realmente se encuentra en la ojiva del mismo. Si el cohete  no lleva una ojiva atómica, entonces el cohete sólo va a causar un impacto regional y local cuando mucho, pero cuando el misil lleva la ojiva atómica, éste se convierte en un portador de desastre enorme, devastando ciudades enteras. 

Law dice, que “el cohete” en este caso, es la alabanza. Este es sólo el portador de la ojiva peligrosa. El poder no está en el cohete, sino en la ojiva. Las ojivas atómicas son el nombre de Jesús, la Sangre del Cordero y la Palabra de Dios (Apocalipsis 12.11). Cuando unimos el misil de la alabanza con el poder y la fuerza que hay en el nombre, la Sangre y la palabra, entonces causamos un extraordinario daño al terreno del enemigo.

Cuando la alabanza no tiene la ojiva atómica entonces sólo viene a ser música y canto común y corriente que tiene poca fuerza. Al cantar, hablar o declarar alabanzas al Señor, estamos haciendo saber a las fuerzas contrarias las verdades que se encuentran en la Palabra. Estamos apuntando misiles y bombardeando el reino de nuestro enemigo, recordándole que Jesús ya triunfó sobre él, y que podemos gozarnos en Su triunfo. 

Fermín Garcia en su coro “Majestuoso, Poderoso”, nos invita a hacer declaraciones contundentes y poderosas a nuestro enemigo. “¡...proclamemos Su grandeza hoy. Jesucristo es Rey, Jesucristo es Rey!” Creo firmemente que cuando Satanás escucha esta declaración salir de la boca de cualquier creyente, él tiembla. 

Al decir “Jesucristo es rey” estamos lanzando un poderoso misil al reino de las tinieblas y liberando a los cautivos que están bajo su control. No por el hecho de que el canto, en sí, tenga el poder, pues el canto es sólo el portador de lo que es más poderoso: la declaración de la Palabra de Dios que “Jesucristo es Rey”.
Cuando Lucifer se encontraba aún en el cielo, algunos dicen que fue él quien dirigía la alabanza. Lo que si sabemos con seguridad, es que estaba cerca del trono de Dios, porque se llamaba el “querubín protector” (Ezequiel 28.14). Lo que entró en el pensamiento de Lucifer fue el querer ser igual a Dios y sentarse en el trono de Dios para que toda la adoración se dirigiera a él. 

Dios no comparte su gloria con nadie y desde entonces fue echado de los cielos. Hasta la fecha, Satanás sigue tratando de pescar la alabanza y la adoración para él, haciendo cualquier cosa para que la gente se postre ante él. Aun ante el mismo hijo de Dios, se mostró hambriento de recibir la adoración (Lucas 4.6,7).
Así que, aunado al no darle la adoración, le ponemos un poco de “sal a la herida” a través de declarar a los cuatro vientos “Jesucristo es Rey”, “Jesucristo es el vencedor”, “Jesucristo es el Señor”, y otras declaraciones más como estas, que causan daños terribles al reino de las tinieblas, porque son declaraciones poderosas y acertadas acerca de la realidad de la verdad: Jesús – vencedor; Satanás – perdedor.

El Salmo 149.1-6 siempre me ha llamado la atención por su construcción extraña. “Cantad a Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor. Alaben su nombre con danza, con pandero y arpa a Él canten. Porque Jehová tiene contentamiento con su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas [...]

El Salmo es un hermoso escrito invitándonos a exaltar al Señor explicándonos algunos beneficios de la alabanza. Hay palabras tan bonitas como lo son: “Alégrese”, “...se gocen...”, “Cantad”, “Alaben”, “Jehová tiene contentamiento” (éste es un beneficio de alabanza), “Hermoseará...” (otro beneficio), “Regocíjense”, “Exalten” etc... Todas estas cosas son expresiones hermosas de lo que hay en el corazón del salmista, y hasta este momento hemos estado perdidos en estos pensamientos preciosos al estar leyendo su escrito.

De pronto, cambia de tono de voz, a la mitad del verso 6. El Salmista ni espera terminar el verso, para empezar otro de diferente manera, sino que se interrumpe a sí mismo porque recuerda un aspecto poderoso de la alabanza: ¡Guerra!

“Y espada de dos filos en sus manos. Para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos; para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro; para ejecutar con ellos el juicio decretado;[De pronto cambia de nuevo] gloria será ésto para todos sus santos. Aleluya.

No creo que al escribir de esta manera tan diferente este Salmo era resultado de comer muchas pizzas la noche anterior, sino creo firmemente que el escritor está mostrándonos una verdad poderosa, que la alabanza causa un impacto en el reino de las tinieblas. 

Efesios 6.12 dice que nuestra lucha no es contra armas carnales, sino espirituales y una de esas armas, como lo hemos venido diciendo, es la alabanza. Cuando usted y yo levantamos nuestras manos en el santuario, estamos entrando en guerra con Satanás, cuando cantamos y declaramos las verdades de la eterna palabra de Dios, estamos enfrentando a las fuerzas de la mentira y la maldad con estas verdades. 

Cuando los sonidos de nuestros instrumentos se oyen en el reino de la oscuridad provocan un ataque directo a los principados y a las potestades. Fíjese en las palabras que usa el Salmista “...aprisionar a sus reyes...”, ¿quienes son reyes?, ¿no es cierto que son los “principados”?, “...nobles con cadena de hierro...” ¿Quienes son nobles? ¿No son potestades? Claro que sí. El sonido de la alabanza que sale de la boca y de los corazones de los redimidos del Señor trae destrucción al reino de nuestro enemigo. 

Aprisiona a los gobernantes de la obscuridad, ejecuta la venganza del Señor sobre los obradores de injusticia, y muchas otras cosas que con nuestros ojos naturales no podemos ver, pero con los espirituales sí. ¿No es cierto que un reino es una nación? Pues note el versículo: “[...] para ejecutar venganza entre las naciones [...] (el reino de Satán). 

No es una casualidad que este Salmo fue escrito de esta manera, al contrario, es uno de los Salmos más poderosos que nos demuestra la relación directa que tiene la alabanza y la adoración con el hacer guerra espiritual.

Otro versículo  bastante interesante se encuentra en Isaías 30.32

“Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él , será con panderos y arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos”.

No dice que los golpes serán con bombas, rifles, cañones y misiles naturales, ni cosa por el estilo, sino que será con música, alabanza y adoración a Dios, y en “batalla tumultuosa” peleará el Señor contra ellos. Muchos ejemplos tenemos en la Biblia donde vemos que la alabanza tiene un papel muy importante a desarrollar en la guerra: el rey Josafat cuando estuvo rodeado de sus enemigos (2 Crónicas 20.1-30 note especialmente el verso 22), Josué en los muros de Jericó (Josué capítulo 6, note versos 9,13, 16).

En la próxima reunión donde usted se encuentre alabando al Señor, trate de recordar este principio, para que su alabanza pueda tomar nueva perspectiva y enfoque. Dígase a sí mismo, “al estar cantando y alabando, entregando mi corazón y mi vida al señor, estoy trayendo más derrota al reino de Satanás”. 

Dése el gusto de alabar con aún más intensidad para ver derrotadas todas las obras de maldad en el espíritu. Muy probablemente si recodáramos esto, tendríamos más deseos de alabar que antes, y lo haríamos con más entrega y propósito. Con razón al diablo no le caen bien los adoradores, y no quiere que haya muchos, porque le están trayendo una gran destrucción. 

Es por eso que la alabanza casi nunca es silenciosa. Cuando tenemos algo que festejar, alguien a quién presumir y una victoria que declarar, ¿por qué hacerlo en silencio? Declarémoslo al mundo entero. Levantemos la voz y hagamos alarde del hecho de que tenemos un gran Señor que “...sometió TODAS las cosas bajo Sus pies [...] (Efesios 1.22), y que nos ha regalado Su gran victoria.       



FUENTE: PASTOR MARCOS WITT

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