En la guerra del golfo Pérsico, el mundo conoció armas poderosas diseñadas por los hombres para la destrucción de sus enemigos.
Casi parecían
películas de ciencia ficción los videos tomados con cámaras pequeñas
que iban incrustadas en las puntas de los misiles, retransmitiendo la
señal a la base y permitiéndonos ver lo increíblemente que ha avanzado
la ciencia moderna. Con asombro vio el mundo entero, muchos por
primera vez, el ahora famoso misil PATRIOT que podía detectar la
llegada de otro misil y antes de que éste diera con su destino, el
PATRIOT lo interceptaba con 85% de eficacia.
La guerra
que existe en el ámbito espiritual también tiene sus armas ultramodernas
y poderosas. Pablo dice: “...porque las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas” (2
Corintios 10.4). Nuestra guerra no es carnal, así que nuestras armas
tampoco lo son.
Las personas
que propongan equivocadamente acerca de la teología de la liberación,
lo hacen sin verdaderas bases bíblicas, ya que la Biblia nos habla
claramente acerca de que nuestra guerra es en contra de principados y
potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6.12,13).
¿Para qué
queremos usar armas como ametralladoras, cañones y rifles teniendo
nosotros bombas atómicas espirituales como lo son: alabanza, adoración,
ayuno e intercesión utilizados en conjunto con la Palabra de Dios, la
sangre del Cordero y en el nombre de Jesús? Terry Law, en su libro The
Power of Praise and Worship [El poder de la alabanza y la adoración] ,
da una explicación excelente acerca de estas armas.
El dice que
como en todos lo misiles y cohetes, la fuerza y el alcance del poder de
ese misil realmente se encuentra en la ojiva del mismo. Si el cohete
no lleva una ojiva atómica, entonces el cohete sólo va a causar un
impacto regional y local cuando mucho, pero cuando el misil lleva la
ojiva atómica, éste se convierte en un portador de desastre enorme,
devastando ciudades enteras.
Law dice,
que “el cohete” en este caso, es la alabanza. Este es sólo el portador
de la ojiva peligrosa. El poder no está en el cohete, sino en la ojiva.
Las ojivas atómicas son el nombre de Jesús, la Sangre del Cordero y la
Palabra de Dios (Apocalipsis 12.11). Cuando unimos el misil de la
alabanza con el poder y la fuerza que hay en el nombre, la Sangre y la
palabra, entonces causamos un extraordinario daño al terreno del
enemigo.
Cuando la
alabanza no tiene la ojiva atómica entonces sólo viene a ser música y
canto común y corriente que tiene poca fuerza. Al cantar, hablar o
declarar alabanzas al Señor, estamos haciendo saber a las fuerzas
contrarias las verdades que se encuentran en la Palabra. Estamos
apuntando misiles y bombardeando el reino de nuestro enemigo,
recordándole que Jesús ya triunfó sobre él, y que podemos gozarnos en Su
triunfo.
Fermín
Garcia en su coro “Majestuoso, Poderoso”, nos invita a hacer
declaraciones contundentes y poderosas a nuestro enemigo.
“¡...proclamemos Su grandeza hoy. Jesucristo es Rey, Jesucristo es
Rey!” Creo firmemente que cuando Satanás escucha esta declaración salir
de la boca de cualquier creyente, él tiembla.
Al decir
“Jesucristo es rey” estamos lanzando un poderoso misil al reino de las
tinieblas y liberando a los cautivos que están bajo su control. No por
el hecho de que el canto, en sí, tenga el poder, pues el canto es sólo
el portador de lo que es más poderoso: la declaración de la Palabra de
Dios que “Jesucristo es Rey”.
Cuando
Lucifer se encontraba aún en el cielo, algunos dicen que fue él quien
dirigía la alabanza. Lo que si sabemos con seguridad, es que estaba
cerca del trono de Dios, porque se llamaba el “querubín protector”
(Ezequiel 28.14). Lo que entró en el pensamiento de Lucifer fue el
querer ser igual a Dios y sentarse en el trono de Dios para que toda la
adoración se dirigiera a él.
Dios no
comparte su gloria con nadie y desde entonces fue echado de los cielos.
Hasta la fecha, Satanás sigue tratando de pescar la alabanza y la
adoración para él, haciendo cualquier cosa para que la gente se postre
ante él. Aun ante el mismo hijo de Dios, se mostró hambriento de
recibir la adoración (Lucas 4.6,7).
Así que,
aunado al no darle la adoración, le ponemos un poco de “sal a la herida”
a través de declarar a los cuatro vientos “Jesucristo es Rey”,
“Jesucristo es el vencedor”, “Jesucristo es el Señor”, y otras
declaraciones más como estas, que causan daños terribles al reino de
las tinieblas, porque son declaraciones poderosas y acertadas acerca de
la realidad de la verdad: Jesús – vencedor; Satanás – perdedor.
El Salmo
149.1-6 siempre me ha llamado la atención por su construcción extraña.
“Cantad a Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de
los santos. Alégrese Israel en su Hacedor. Alaben su nombre con danza,
con pandero y arpa a Él canten. Porque Jehová tiene contentamiento con
su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los
santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con
sus gargantas [...]
El Salmo es
un hermoso escrito invitándonos a exaltar al Señor explicándonos
algunos beneficios de la alabanza. Hay palabras tan bonitas como lo son:
“Alégrese”, “...se gocen...”, “Cantad”, “Alaben”, “Jehová tiene
contentamiento” (éste es un beneficio de alabanza), “Hermoseará...”
(otro beneficio), “Regocíjense”, “Exalten” etc... Todas estas cosas son
expresiones hermosas de lo que hay en el corazón del salmista, y hasta
este momento hemos estado perdidos en estos pensamientos preciosos al
estar leyendo su escrito.
De pronto,
cambia de tono de voz, a la mitad del verso 6. El Salmista ni espera
terminar el verso, para empezar otro de diferente manera, sino que se
interrumpe a sí mismo porque recuerda un aspecto poderoso de la
alabanza: ¡Guerra!
“Y espada de
dos filos en sus manos. Para ejecutar venganza entre las naciones, y
castigo entre los pueblos; para aprisionar a sus reyes con grillos, y a
sus nobles con cadenas de hierro; para ejecutar con ellos el juicio
decretado;[De pronto cambia de nuevo] gloria será ésto para todos sus
santos. Aleluya.
No creo que
al escribir de esta manera tan diferente este Salmo era resultado de
comer muchas pizzas la noche anterior, sino creo firmemente que el
escritor está mostrándonos una verdad poderosa, que la alabanza causa
un impacto en el reino de las tinieblas.
Efesios 6.12
dice que nuestra lucha no es contra armas carnales, sino espirituales y
una de esas armas, como lo hemos venido diciendo, es la alabanza.
Cuando usted y yo levantamos nuestras manos en el santuario, estamos
entrando en guerra con Satanás, cuando cantamos y declaramos las
verdades de la eterna palabra de Dios, estamos enfrentando a las
fuerzas de la mentira y la maldad con estas verdades.
Cuando los
sonidos de nuestros instrumentos se oyen en el reino de la oscuridad
provocan un ataque directo a los principados y a las potestades. Fíjese
en las palabras que usa el Salmista “...aprisionar a sus reyes...”,
¿quienes son reyes?, ¿no es cierto que son los “principados”?,
“...nobles con cadena de hierro...” ¿Quienes son nobles? ¿No son
potestades? Claro que sí. El sonido de la alabanza que sale de la boca y
de los corazones de los redimidos del Señor trae destrucción al reino
de nuestro enemigo.
Aprisiona a
los gobernantes de la obscuridad, ejecuta la venganza del Señor sobre
los obradores de injusticia, y muchas otras cosas que con nuestros ojos
naturales no podemos ver, pero con los espirituales sí. ¿No es cierto
que un reino es una nación? Pues note el versículo: “[...] para
ejecutar venganza entre las naciones [...] (el reino de Satán).
No es una
casualidad que este Salmo fue escrito de esta manera, al contrario, es
uno de los Salmos más poderosos que nos demuestra la relación directa
que tiene la alabanza y la adoración con el hacer guerra espiritual.
Otro versículo bastante interesante se encuentra en Isaías 30.32
“Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre él , será con panderos y arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos”.
No dice que
los golpes serán con bombas, rifles, cañones y misiles naturales, ni
cosa por el estilo, sino que será con música, alabanza y adoración a
Dios, y en “batalla tumultuosa” peleará el Señor contra ellos. Muchos
ejemplos tenemos en la Biblia donde vemos que la alabanza tiene un
papel muy importante a desarrollar en la guerra: el rey Josafat cuando
estuvo rodeado de sus enemigos (2 Crónicas 20.1-30 note especialmente
el verso 22), Josué en los muros de Jericó (Josué capítulo 6, note
versos 9,13, 16).
En la
próxima reunión donde usted se encuentre alabando al Señor, trate de
recordar este principio, para que su alabanza pueda tomar nueva
perspectiva y enfoque. Dígase a sí mismo, “al estar cantando y
alabando, entregando mi corazón y mi vida al señor, estoy trayendo más
derrota al reino de Satanás”.
Dése el gusto
de alabar con aún más intensidad para ver derrotadas todas las obras
de maldad en el espíritu. Muy probablemente si recodáramos esto,
tendríamos más deseos de alabar que antes, y lo haríamos con más
entrega y propósito. Con razón al diablo no le caen bien los
adoradores, y no quiere que haya muchos, porque le están trayendo una
gran destrucción.
Es por eso
que la alabanza casi nunca es silenciosa. Cuando tenemos algo que
festejar, alguien a quién presumir y una victoria que declarar, ¿por
qué hacerlo en silencio? Declarémoslo al mundo entero. Levantemos la
voz y hagamos alarde del hecho de que tenemos un gran Señor que
“...sometió TODAS las cosas bajo Sus pies [...] (Efesios 1.22), y que
nos ha regalado Su gran victoria.
FUENTE: PASTOR MARCOS WITT
No hay comentarios:
Publicar un comentario